De Rafa Nadal y Paul Krugman
El pasado 16 de enero impartió una conferencia en Madrid el premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, dentro de la jornada Innovae: la innovación como solución. De ideas progresistas, a Krugman se le considera uno de los ideólogos del presidente Obama. El premio Nobel calificó la situación actual y las perspectivas futuras en nuestro país de 'aterradoras' y comentó que sólo caben dos caminos: bajarnos drásticamente los sueldos ('los salarios en España y los precios son insostenibles y no están alineados con su situación económica') o apostar decididamente por la innovación. Estamos en el año europeo de la creatividad y la innovación y seguimos pensando (o al menos, así lo piensan nuestros gobernantes) que la innovación es cuestión de investigación y desarrollo, de patentes, de acuerdos burocráticos entre grandes empresas y universidades. Deberíamos hacer caso a Steve Jobs, primer ejecutivo de Apple, la empresa más admirada del mundo: 'La innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares inviertes en I+D. Cuando Apple salió con el Mac, IBM gastaba al menos cien veces más en I+D. No se trata de dinero. Se trata de las personas que tienes, cómo diriges y cuánto consigues'. La innovación es talento.
Viene esto a cuento porque, durante la misma semana, nuestro compatriota Rafa Nadal disputaba el torneo de Indian Wells, el primer Masters 1.000 de la temporada. Nadal no sólo personifica el éxito y los valores correctos para conseguirlo, sino que nos muestra el camino para ser realmente innovadores y competitivos. En esta 'crisis Ninja', una crisis sistémica provocada por la codicia en un entorno más global que nunca, Nadal es la referencia absoluta de un samurái que aplica lo que podríamos llamar 'modelo Celtic', en honor al tigre celta, Irlanda, que según Robert Shapiro, el ideólogo económico de Bill Clinton, es la economía mejor preparada de nuestro entorno para salir triunfante de la actual situación y cuya selección nacional de rugby acaba de ganar el torneo Seis Naciones por primera vez después de 60 años y tras derrotar a todos sus rivales.
Confianza. El gran activo intangible. En términos intrapersonales, significa mostrar y demostrar seguridad en uno mismo. A nivel interpersonal, supone evidenciar la coherencia y cumplir las promesas realizadas. En Indian Wells, Rafa Nadal se ganó el apodo de 'el resucitado', porque levantó cinco bolas de partido contra David Nabaldian, su bestia negra, y le endosó un 6-0 en el set final.
Excelencia. Se trata de superar las expectativas del cliente o, en el caso de Nadal, de sus millones de seguidores. Se enfrentaba en la final a Andy Murray, número cuatro del tenis mundial, que le había ganado en las dos últimas ocasiones. Con una concentración absoluta, Nadal acabó con él en 80 minutos.
Liderazgo. Significa marcar la pauta y conseguir que los miembros del equipo den lo mejor de sí mismos. Nadal ganó su decimotercer Masters Series frente a los elementos (un viento terrible) y a Murray con 57 puntos de los 93 de la final.
Talento. Supone poner en valor lo que un profesional sabe, quiere y puede hacer. Con este triunfo, Nadal le ha metido 550 puntos al segundo, Roger Federer, en la clasificación de la ATP. El mallorquín cuenta con 14.910, su amigo y rival suizo tiene 11.000. Nadal es claro exponente de capacidad (física, mental, emocional) y de absoluta implicación.
Innovación. Frente a la adversidad (un viento lateral difícil de manejar), estuvo tranquilo, sereno y aprendió rápidamente con viento a favor y en contra. Es la inquietud, la concentración, la experimentación y el aprendizaje lo que determinan la innovación. En la final, el campeón lo demostró una vez más.
Compromiso. Nadal no falla. Está a lo que tiene que estar. No se deja llevar por la vanidad, por la soberbia, por el cansancio. Tiene un proyecto personal, que genera ilusión en sus seguidores, y va a por él. Con el mejor inicio de la temporada (en Australia e Indian Wells), se ha ido de California a Florida para continuar su maratón en Cayo Vizcaíno. Dispondrá de una semana entre ese torneo y los de Montecarlo, Barcelona y Roma.
Nadal es el ejemplo vivo de clase creativa, de cómo debemos hacer las cosas para innovar, para liderar y para aprovechar las oportunidades. En la semana Krugman, la ministra Cristina Garmendia concluía un artículo con las siguientes palabras: 'El 2009 no es sólo el año de la crisis, también es el año europeo de la creatividad y la innovación. ¿Lo intentamos?'. Nuestra ministra debería recordar aquellas palabras de Yoda: 'No existe el intentar; existe el hacer'. Nadal no lo intenta, lo consigue. Nos marca el camino para ofrecer una calidad que supere las expectativas de los clientes, para liberar nuestro talento individual y colectivo, para mostrar confianza y compromiso, para innovar (no desde la mitificación, sino desde la inquietud cotidiana y la puesta en marcha de pequeños proyectos de mejora). Con un ejemplo como el de Nadal, el destino depende de nosotros.
Querido doctor Krugman: nos tememos que los españoles preferimos apostar por nuestro talento, como Nadal, que bajarnos los sueldos (y los pantalones). En los momentos difíciles, solemos empezar tarde a coger el toro por los cuernos. Pero una vez que nos ponemos, nuestra pasión es invencible.
Juan Carlos Cubeiro (Director de Eurotalent) y Raquel Casero (Directora de Eurotalent Sport)
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